Huevos, alimento esencial para una vejez sana
A medida que cumplimos años, nuestro cuerpo cambia y también lo hacen nuestras necesidades nutricionales. Mantener una buena salud en la vejez no depende solo de estar activo o tener buenos hábitos: lo que comemos también juega un papel clave. Y en este punto, el huevo puede ser un excelente aliado. Un alimento económico, versátil y fácil de conservar, de preparar y de digerir, que tiene un perfil nutricional que marca la diferencia cuando se trata de envejecer con calidad de vida.
Uno de los retos clave del envejecimiento es evitar la pérdida progresiva de masa muscular, conocida como sarcopenia. Esto no solo afecta la movilidad, sino también la calidad de vida. Aquí es donde el huevo puede jugar un papel protagonista: contiene proteína de alto valor biológico, es decir, aporta todos los aminoácidos esenciales que el cuerpo necesita. El huevo es una fuente de proteínas, ya que más del 12% de su energía procede de ellas.
Un solo huevo mediano (unos 60 gramos) aporta aproximadamente 6 gramos de proteína completa, ideal para personas mayores que, muchas veces, comen menos cantidad pero requieren más nutrientes por porción.
Con los años, los huesos tienden a perder densidad, aumentando el riesgo de fracturas. El huevo, gracias a que aporta cantidades relevantes de vitamina D, favorece la correcta absorción del calcio y la formación y mantenimiento de los huesos, y también ayuda al funcionamiento muscular. El huevo también contiene fósforo, importante, como la vitamina D, para mantener huesos fuertes.

Apoyo al cerebro, la vista y el sistema inmunológico
El huevo es también fuente de varios nutrientes implicados en el funcionamiento del sistema nervioso y la función psicológica, muy importantes en una etapa vital en la que preocupa especialmente el deterioro cognitivo. Contiene además antioxidantes naturales, como el selenio, el zinc o las vitaminas A y E, que protegen del daño oxidativo. La vitamina A, la riboflavina y el zinc presentes en el huevo también contribuyen a la función visual, que suele verse comprometida en la edad avanzada.
En cuanto al sistema inmunológico, el aporte de vitaminas como la A, la D y varias del grupo B, y de minerales como el selenio y el zinc ayudan al funcionamiento del sistema inmunitario, que nos protege frente a infecciones, un papel especialmente importante en edades avanzadas, etapa en la que las infecciones pueden ser más graves. Todos estos nutrientes los aporta al huevo en cantidades significativas.
Para las personas mayores que deben controlar el consumo de azúcar, el huevo es una excelente opción dietética. Se considera que tiene un bajo contenido de azúcares (contiene solo 0,68 g por cada 100 g.) y no tiene azúcares añadidos, por lo que las personas con diabetes o que siguen dietas de control glucémico pueden incluirlo en su dieta.
Sin excesos, pero con mucho valor
Aunque el huevo no puede considerarse bajo en grasa ni en calorías (aporta 141 kcal/100 g y 9,7 g de grasa), su densidad nutricional lo convierte en un alimento muy recomendable que puede incorporarse en dietas de control de peso. Sus grasas son mayoritariamente saludables (dos terceras partes son insaturadas), y están todas en la yema.
También ayuda a cubrir las necesidades nutricionales de personas inapetentes o con problemas de masticación o deglución, por su facilidad de consumo y su buena aceptación en cualquiera de sus múltiples preparaciones culinarias.
En conclusión, los mayores pueden beneficiarse ampliamente de incorporar el huevo en su dieta habitual, porque contribuye a cubrir sus necesidades nutricionales y también a mantener funciones vitales que permiten mantener la calidad de vida (como la movilidad, la visión, la función psicológica o la inmunitaria) y que a veces se ven comprometidas con la edad avanzada.


